lunes, 30 de julio de 2012

Entrenamiento personal, un ejercicio de responsabilidad

En karate-do y en kobudo (y también en otros Budo, especialmente aquellos que se basan en la repetición de ejercícios de acondicionamiento físico, fundamentos y kata) el entrenamiento personal -entendido como todo el que se hace, en solitario o acompañado, fuera del ámbito formal de la "clase" - debería representar, a mi entender, al menos el 75 por ciento de la formación. Pero, al menos en cuanto al karate, esto no es así ni mucho menos para la mayoría de practicantes. En el karate clásico (en las islas Ryu Kyu) este tipo de entrenamiento suponía, seguramente, más del 95 por ciento, o más, de la formación. Las cosas empezaron a cambiar cuando el karate se empezó a extender, primero al Japón y después a todo el mundo. Poco a poco, también en la cuna del karate: la profesionalización de los profesores y la comercialización de los dojos, convertidos muchos de ellos en "juku" o academias se fue imponiendo. Hoy en día la inmensa mayoría de practicantes "normales" se limitan a asistir a las clases, dos o tres veces por semana, y algunos todavía menos. Si nos referimos al karate deportivo (competición de kumite o kata) los adeptos sí que han de recurrir al entrenamiento extra, fuera de las clases, ya sea haciendo acondicionamiento físico o técnico. Pero, curiosamente, los que se sienten "tradicionalistas" no siempre recurren a la forma más tradicional de practicar el karate: el entrenamiento instrospectivo y repetitivo en solitario de kihon, kata o hojo-undo (o con un compañero: oyo, bunkai o yakusoku kumite, kitae, etc.) pero fuera de la clase, quiero decir, por supuesto, "además" de la clase.
Excusas para no añadir cuatro o seis horas de entrenamiento semanales a las tres o cuatro escasas que, en el mejor de los casos, realizamos asistiendo a clase (suponiendo que no nos saltamos ninguna), siempre las encontraremos; sobre todo si las buscamos. Pero sin este entrenamiento personal en el que intentemos perfeccionar y poner en práctica, de forma continuada, lo que hemos aprendido de nuestros maestros es imposible progresar en el camino del karate-do, del kobudo, o de lo que sea. Por supuesto las limitaciones de tiempo, laborales o familiares existen y en la mayoría de los casos se deben priorizar. Pero si somos sinceros con nosotros mismos veremos cómo, muchas veces, si no practicamos diariamente es por comodidad y porque estamos instalados en la cultura del "no esfuerzo". Y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. (Traducción al español de la última entrada en mi otro blog).

martes, 3 de julio de 2012

¿Hora de cambiar dogi y obi?

¿Hora de cambiar dogi y obi? Vestir un dogi viejo y estropeado por el uso está mal visto aunque, si está limpio, se permite, sobre todo en el entrenamiento personal pero nunca en un acto formal. En cambio llevar en la cintura un obi viejo y gastado está bien visto y da aspecto de veterano, hasta el punto que algunas marcas los fabrican fácilmente 'gastables' aunque (de momento) no los fabrican ya gastados, como algunas marcas de vaqueros . A la izquierda tenéis uno de los dos dogis que actualmente utilizo para entrenar y para dar clase y también el obi. Me siento tan cómodo con ellos que me resisto a cambiar. A la derecha el dogi nuevo (barato y 'nacional') y el obi que hace unos años encargué pero que también me resisto a utilizar. Y no es que lo haga para presumir de veterano (que lo soy) sino porque realmente resudando la segunda piel y el cinturón que me han acompañado casi a diario durante los últimos 10 años me siento realmente bien. O sea que me lo pensaré pero creo que, a menos que tenga que ir a alguna evento donde no quiera que me llament 'asquerosillo', continuaré con el de la izquierda. Detrás del aspecto descuidado se esconden muchas horas de intento de autosuperación, finalidad última del entrenamiento en karate-do. Bueno, ya veremos si cambio .....